miércoles, 22 de abril de 2009

CARTA DEL JEFE SEATTLE


"El Presidente en Washington envía palabras de deseo de comprar nuestra tierra. ¿Pero cómo puedes comprar o vender el cielo? ¿La tierra? La idea es extraña para nosotros. ¿Si nosotros no poseemos la frescura del aire y el centelleo del agua, como podemos comprarlo?

Cada parte de la tierra es sagrada para mi gente. Cada aguja brillante del pino, cada orilla arenosa, cada neblina en el bosque oscuro, cada prado, cada insecto canturreante. Todo es santo en la memoria y experiencia de mi gente.

Nosotros también conocemos la savia que fluye a través de los árboles como conocemos la sangre que fluye a través de nuestras venas. Nosotros formamos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las perfumadas flores son nuestras hermanas. El oso, el ciervo, el gran águila, son nuestros hermanos. Las crestas rocosas, el rocío en la pradera, el cuerpo caliente del pony, y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.

El agua brillante que se mueve en las corrientes y ríos no es solamente agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si nosotros le vendemos nuestra tierra, usted debe recordar que es sagrada. Cada lustroso reflejo en las aguas claras de los lagos cuenta los hechos y memorias en la vida de mi gente. El murmullo del agua es la voz del padre de mi padre.

Los ríos son nuestros hermanos. Ellos apagan nuestra sed. Ellos transportan nuestras canoas y alimentan a nuestros niños. Por lo tanto usted debe dar a los ríos la bondad que daría a cualquier hermano.

Si les vendemos nuestra tierra, recuerde que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que apoya. El viento que les dio a nuestros abuelos su primer aliento también recibió su último suspiro.

El viento también da el espíritu de la vida a nuestros niños. Por lo tanto, si le vendemos nuestra tierra, usted debe mantenerla apartada y sagrada, como un lugar donde el hombre pueda ir para saborear el viento que es endulzado por las flores del prado.

¿Enseñará a sus niños lo qué nosotros hemos enseñado a los nuestros? ¿Que la tierra es nuestra madre? Lo que acontece a la tierra acontece a todos los hijos de la tierra.

Esto sabemos: La tierra no pertenece al hombre, el hombre pertenece a la tierra. Todas las cosas están unidas como la sangre que nos une. E1 hombre no teje la telaraña de la vida, él es meramente un hilo en ella. Cualquier cosa que él haga a la telaraña, se la hace a él mismo.

Una cosa sabemos: Nuestro Dios es también su Dios. La tierra es preciosa para él y herir la tierra es despreciar a su creador.

Su destino es un misterio para nosotros. ¿Qué pasará cuando todos los búfalos sean masacrados? ¿Los caballos salvajes domados? ¿Qué pasará cuando las esquinas secretas del bosque sean pisadas con el andar de muchos hombres y la vista de las colinas emborronada con alambres que hablan? ¿Dónde estará la maleza ¡ Se fue! ¿Dónde estará el águila? ¡Se fue! ¿Y qué es despedirse del veloz pony y luego de la caza? El fin de la vida y el comienzo de la supervivencia.

Cuando el último hombre rojo haya desparecido en este desierto, y su memoria sea solamente la sombra de una nube móvil a través la pradera, ¿Estarán esta tierra y bosques todavía aquí? ¿Permanecerá el espíritu de mi gente?

Nosotros amamos esta tierra como un recién nacido ama los latidos de su madre. Por lo tanto, si nosotros le vendemos nuestra tierra, ámela como nosotros la hemos amado Cuídela como nosotros !a hemos cuidado. Tenga en su mente el recuerdo de la tierra como es cuando usted la recibe. Preserve la tierra para todos los niños, y ámela, como Dios nos ama.

Así como nosotros formamos parte de la tierra, usted es parte de ella también. Esta tierra es preciosa para nosotros. Es también preciosa para usted. Una cosa conocemos: Hay solamente un Dios. Ningún hombre, sea hombre Rojo u hombre Blanco, puede estar separado. Después de todo somos hermanos. ".

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